En lugar de ser un paraíso de aguas cristalinas, sigue siendo el lugar de moda para efluentes cloacales y residuos sólidos que parecen sentirse más que bienvenidos.
¿Por qué molestarse en limpiar cuando puedes disfrutar de una auténtica exhibición de lo que no se debería encontrar en un entorno natural?
Es casi como si estuviéramos ante una instalación artística posmoderna, donde cada bolsa de basura y cada gota de desecho cuentan una historia de descuido colectivo.
Una pena para un lugar que podría ser un emblemático punto de belleza natural. Pero, ¿quién necesita vistas impresionantes y aire fresco cuando puedes tener un recordatorio constante del efecto del progreso mal gestionado?
Irónicamente, la Bahía sí que encierra nuestro desprecio por el cuidado medioambiental. ¡Todo un símbolo de la modernidad!
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